Luis Novarecio entrevistó a Jaime Bayly para La Nación
Yo estoy muy esperanzado y optimista, pero nadie comparte mi esperanza y mi optimismo. Es tremendo, hablo con los taxistas, los camareros, con todo el mundo y les digo que va a salir lo mejor, que lo mejor está por venir, y me dan una mirada esquinada y me dicen: “No, no vamos a salir”. Y eso me entristece profundamente.
Yo te veo así, así que sé que estás al tanto. Perspectiva de 140% de inflación al año, qué dolor, inseguridad. ¿De dónde te aferras para pensar que vamos a salir?
Del corazón mismo de los argentinos. Cada argentino es un pequeño genio, solo que él no lo sabe todavía. Los argentinos son geniales, Luis. Aunque un poco destructivos, claro, sí como suelen ser los genios.
Y ¿cuál es nuestra pasión de autodestrucción? ¿Seguir confiando en quienes ya te han mentido tantas veces?
Si te mienten una vez, bueno, pero si te mienten tres y sigues confiando en el embustero, es que no estás prestando atención. Claro, eso conspiraría con la noción de que somos genios. Un genio no tropieza tantas veces con la misma piedra, no somos genios distraídos.
Entonces, es bueno y somos genios cholulos. Este es un poco el problema. El argentino promedio a veces tiende a ser muy lulo de líder político y entonces le perdona todo, le cree ciegamente. Hay una, me parece, hay un tono de los últimos años de el seguidismo al líder carismático.
Exacto, pasa mucho con la señora vicepresidenta en particular. No, yo creo que ella ya no es una jefa política, sino que es la lideresa de una secta, de una cofradía casi religiosa, de una iglesia unipersonal. Es decir, que quienes la admiran son sus fieles, son sus acólitos, la siguen hasta el fin del mundo.